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SATELITE SIMON BOLIVAR

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domingo, 23 de noviembre de 2008

Venezuela, a punto de ocupar sitio en órbita geoestacionaria y adelantarse en 'carrera espacial'

Por: Panodi.com Fecha de publicación: 17/04/05
El gobierno de Hugo Chávez pagó por un satélite que se ubicará temporalmente en un 'lote' en el espacio, reservado para los cinco países andinos.

El lugar al que tiene que llegar ese satélite venezolano es la posición grado 67 Oeste, que deberá estar ocupada antes del próximo 11 de junio, fecha en que será 'expropiada' por las autoridades competentes.Hoy, esa misión en el espacio sideral (a 36.000 kilómetros de la Tierra) la intenta cumplir, en una carrera contra el reloj, un viejo satélite, que partió el primero de abril de la posición en la que se encontraba.Si no lo logra, se romperá en mil pedazos uno de los sueños más codiciados en los últimos 30 años de los países andinos: tener un satélite artificial propio.

Pero lo más seguro -según las cuentas de los expertos- es que va a llegar a tiempo, y cuando eso suceda se podría decir que Venezuela le habrá ganado una primera batalla a Colombia en la 'carrera espacial andina'.

La historia
El 25 de febrero de este año, los países andinos se reunieron de urgencia porque tenían que tomar una decisión de vida o muerte.

Si en ese momento no se comenzaba a mover un gap filler (una satélite falso o una especie de maniquí de satélite), este llegaría tarde a su destino, los países no tendrían cómo acreditar ante las autoridades internacionales que ya se están usando el espacio asignado y tendrían que resignarse a entregar, por vencimiento de plazo, este 'lote'. En el 2003 ya habían tenido que devolver otras tres posiciones asignadas.

De hecho, quienes hicieron los cálculos se dieron cuenta de que el único gap filler que alcanzaba a llegar en tan corto tiempo -poco más de dos meses-, por la ubicación en la cual se encontraba, era el AnikE2 de la empresa canadiense Telesat.

Ese día, la única propuesta sobre la mesa en la Comunidad Andina de Naciones era la del gobierno del presidente Hugo Chávez, de Venezuela, que ofreció sacar de su bolsillo unos 2,1 millones de dólares para pagar el remedo de satélite.

Colombia se resiste
La jugada, desde todo punto de vista legítima, despertó las sospechas de sectores de la delegación colombiana, que si bien ante la premura del tiempo aprobaron la fórmula venezolana, la vieron como un paso más en la estrategia del país vecino para apropiarse de ese 'lote' vacío en el espacio."Venezuela empezó el lobby diciendo que estaba construyendo un satélite en China y ofrecía dar gratis a cada país una participación en el satélite para uso de programas sociales", explica un colombiano que conoce la negociación.

El satélite, según informaciones conocidas en París, lo encargó el propio Hugo Chávez en un viaje a China en el 2004 y estaría compuesto de 24 transponedores (equipos que regeneran y amplifican las señales que reciben) que lo hace apto para misiones más complejas que poner a funcionar Telesur, el canal con el cual Venezuela quiere montarle competencia a CNN.

Es bien sabido en el mundo de la tecnología satelital, que semejante capacidad se dedica a telecomunicaciones, observación terrestre y comunicaciones militares.

Esa es tal vez la razón que más mortifica a sectores del gobierno del presidente Álvaro Uribe y tal vez de Estados Unidos. Hoy por hoy, con el desarrollo de la tecnología, tener un satélite no es prioridad para países como Colombia que pueden conseguir los servicios necesarios en el mercado comercial.Sin embargo, la autonomía que puede adquirir el país vecino con el desarrollo de una estrategia satelital propia puede ser significativa.

El viceministro de comunicaciones de Venezuela, William Castillo, lo anunció así después de visitar Pekín: "El manejo independiente en materia de telecomunicaciones lo buscan todos los países que se preocupan porque entienden que es un fenómeno estratégico".

Y la ministra de Tecnología y Comunicaciones, Yadira Córdoba, fue más allá al decir que se trataba de "necesidades del Estado: seguridad y estrategia".

Por eso, Colombia ha tratado de hacer resistencia en la Comunidad Andina de Naciones (CAN). No solo insistió para que en una de las decisiones tomadas el 25 de febrero (la 605) se dejara claro que si bien Venezuela ponía el gap filler no podría usufructuar sola el espacio, si no que en la última reunión del grupo de expertos ad hoc reunida para este fin del 6 al 8 de abril en Lima, mantuvo una dura posición, según funcionarios colombianos, "en defensa de los socios minoritarios". Es decir, los otros cuatro países andinos.

Colombia logró que la CAN aprobara la creación de una Empresa Multilateral Andina (EMA), como garantía de que Venezuela no pueda explotar el 'lote' espacial por su cuenta. La EMA es una figura idéntica a la que estuvo vigente entre 1997 y el 2004 (Andesat) que fracasó en el intento de poner el satélite andino en órbita.

El gobierno Uribe está pidiendo derecho de veto en esta nueva EMA, que está por crearse argumentando motivos de seguridad, según versiones de conocedores de la negociación.Para Colombia, el mejor escenario en medio de las circunstancias adversas sería que le permitieran quedarse con el cargo de gerente operativo, para desde allí poder tener control sobre el manejo y la información que sale del satélite.

Tanto las pretensiones de Colombia, como las de Venezuela, deben resolverse en los próximos meses.Lo único por ahora cierto es que mientras el 'maniquí de satélite' canadiense sigue avanzando, movido por los dólares venezolanos, este primer pulso en la carrera espacial parece estárselo ganado el presidente Hugo Chávez al presidente Álvaro Uribe.

Por los trámites que se han seguido para lograr tener un satélite, entre funcionarios del gobierno de Colombia ya ha hecho carrera la frase de que "hay más historia que satélite".

En la década de los 70 cuando en Colombia comenzó a hablarse del tema más parecía una quimera, pues para entonces un aparato de estos podía costar entre 1.000 y 1.200 millones de pesos. Ahora vale entre 250 y 300 millones de dólares.

La idea se mantuvo en remojo. En el gobierno de Alfonso López Michelsen (1978-1982) se dio paso a una iniciativa colombiana, SatCol, que años después dio paso a la propuesta andina que se conoció, en algún momento como Proyecto Cóndor.

Pese a que las posiciones en la órbita de los satélites geoestacionarios son escasas (mientras hay unos 8.000 satélites artificiales en otras órbitas más cercanas, en la geoestacionaria que es más lejana se calculan unos 1.000) los andinos lograron conseguir cuatro posiciones.

Pero aparecieron tensiones sobre cuál gobierno llevaría la batuta. Ninguno quiso ceder en su momento y los ministerios de comunicaciones decidieron en 1998 dejar el proyecto en manos de una empresa de capital público y privado.

La bautizaron Andesat (Empresa Multilateral Andina, EMA) y en ella se asociaron 72 empresas entre públicas y privadas. La misión de Andesat era lanzar un satélite y operarlo. A cambio los gobiernos pedían utilizar un ancho de banda con fines sociales y educativos.

Pero Andesat fracasó en el intento -entre otras, porque el descalabro de World Com, la afectó- y en febrero de este año la CAN le revocó su mandato.

Chávez ya hizo los trámites para comprar el satélite en China y logró concesiones de la CAN.
Después del Sputnik 1

El 4 de octubre de 1957 la Unión Soviética puso en órbita el ‘Sputnik 1’, el primer satélite artificial.

Desde esa fecha ya son cerca de 9.000 el número de estos artefactos que se han enviado al espacio. El 90 por ciento de ellos está a unos 700 kilómetros de distancia de la tierra y el resto, a unos 36.000 kilómetros. La razón de ese elevado número es que sin ellos el mundo tecnológico actual no funcionaría.

Inicialmente estos aparatos fueron diseñados y elaborados con fines científicos y militares, sin embargo, con el paso del tiempo comenzaron a ser utilizados en espionaje, metereología, telecomunicaciones y la navegación aérea y terrestre, entre otros.

A tal punto ha llegado la sofisticación de los satélites que son capaces de diferenciar entre un camión y un autmóvil, y si estos están en movimiento o no.

Básicamente estos artefactos funcionan tras responder a una señal enviada desde la tierra, que ellos rebotan hacia el lugar que se les indique.

Actualmente existen en el espacio satélites metereológicos (como el Meteosat europeo), para la detección de poblaciones, para cartografía, para la localización y para las telecomunicaciones, entre otros.

En cuanto a los satélites meramente científicos, diseñados para observar el espacio exterior desde fuera de la atmósfera terrestre, uno de los más famosos es el telescopio Hubble, construido y puesto en órbita gracias a la colaboración de las agencias espaciales europea y de Estados Unidos.De los satélites militares más bien se sabe poco, debido al sigilo y secreto con que se manejan esos proyectos. En el gobierno del presidente Ronald Reagan, en E.U., se conoció de ensayos con satélites antimisiles, que serían una barrera de defensa dotada de rayos láser y cañones electromagnéticos, capaces de lanzar un proyectil a más de 100 mil kilómetros.

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